Generalmente se asocia yoga y flexibilidad. Pero, ¿qué flexibilidad es la que se ejercita en una clase de yoga? ¿Por qué el yoga hace que seamos más flexibles? ¿Es necesario tener una flexibilidad de 10 para practicar yoga? De esto vamos a hablar en esta entrada. Por Pablo Alonso.
Hay un mito extendido, convertido en creencia, por el que en cuanto dices “yoga”, que practicas yoga, rápidamente, la persona que nunca ha practicado, te ve como en una de esas fotos de Instagram en las que alguien se pone el pie detrás dela oreja, o se retuerce hasta alcanzar el dedo gordo del pie con la mano contraría mientras se apoya sobre el pulgar de la mano que queda libre. Para mucha gente esta imagen es un impedimento para acercarse a una sala de yoga, ya sea online o presencial. Se excusan alegando que no tienen flexibilidad, que son como un palo, que son de madera y hasta cien inventos más he llegado a oír.
Lo que no saben es que no hace falta tener flexibilidad para practicar yoga. En todo caso, con la práctica, es posible que ganen algo de ella. Lo que es imprescindible para practicar yoga es tener ganas de probarlo. No tener miedo de encontrarnos con nuestro cuerpo en la soledad de la esterilla, es otro de los requisitos.
Por tanto, la primera flexibilidad que nos enseña el yoga es la de vencer prejuicios, rutinas, creencias, para lanzarnos comprobar por nosotras mismas, por nosotros mismos, de que va la vaina esta de la esterilla y el OM. Levantarnos del sofá, dirigirnos al estudio de yoga del barrio, ó a nuestro zoom más cercano, ya nos da ese nervio del que va a hacer algo nuevo por primera vez. Ahí estamos poniéndonos en un lugar diferente al que solemos estar y de esto va la flexibilidad y el yoga.
Una sesión de yoga suele empezar con un momento inicial en el que abrimos el espacio de la práctica, en este inicio conectamos con el cuerpo, con nuestra respiración, con nuestra mente, las ponemos a trabajar juntas y empezamos la practica de manera progresiva. Cada postura ha de prepararnos para la siguiente, cada practicante ha de ir hasta donde pueda, dando lo mejor de si en cada momento. Hay miles de posturas intermedias en las que nos podemos quedar hasta que, si es que pasa, alcancemos la postura final.
Lo importante es que en el transito que va de la apertura al cierre de la sesión de yoga has pasado por unas cuantas posturas que no sueles hacer en tu vida diaria, no vas a la compra en la postura del perro que mira hacia arriba, creo. Esto hace que tu mente tenga que adaptarse a cada nueva posición entendiendo dónde está y cómo se mueve tu mano, tu pie, tu hombro. Cómo puedes adaptar la respiración para que sea una ayuda y no un sofoco. Qué instrucción de las que dice la profesora o profesor puedes aplicar y cual dejas para más adelante.
Te das cuenta de que cada día es diferente: hay días que estás a tope de energía y lo das todo, días que te cuesta un montón… Y aquí es donde está la verdadera flexibilidad, en la aceptación de hasta dónde llego, en la entrega para explorar nuevas posturas, en sentirte ágil en un momento y torpe como un pato al segundo después, en aceptar todo lo que pasa en la esterilla sin peleas, asumiendo que todo cambia, que estás dando lo mejor de ti en cada momento confiando en que el progreso llegará con la práctica. Esto es muy valioso para la vida.
Vivimos momentos donde la ansiedad, el estrés, la depresión están ahí rondando todo el rato. Lamentablemente, cada vez hay más personas que sufren trastornos derivados de la ansiedad. Entender esta flexibilidad profunda que nos enseña el yoga, acceder al trabajo con la respiración, la concentración y la meditación que propone esta práctica, puede ayudarnos a pasar por estos momentos difíciles haciendo que sean un poco más llevaderos. Esto no quiere decir que el yoga sustituya a ninguna terapia o médico. Quiere decir que da herramientas para lidiar con esos estados donde la ansiedad o el estrés nos hacen perder el dominio de nuestra vida. El yoga es un además a las herramientas que nos pueden ofrecer los profesionales encargados de lidiar con estos temas. De hecho, muchos de ellos recomiendan yoga además de sus terapias.
Lo que debemos entender, ya para acabar, es que la flexibilidad es la capacidad para adaptarnos a una realidad que cambia constantemente, y como en la esterilla, ser capaces de mantener nuestra postura respirando confortablemente, con la mente enfocada en el momento presente, en la respiración, y si es posible, dar nuestra mejor versión en cada momento.
La flexibilidad es una cuestión de actitud, no de aptitud.