Es importante aclarar que el Yoga, por muy terapéutico que sea, no cura enfermedades. La función del Yoga terapéutico es reestablecer el desequilibrio causado por una enfermedad, es decir, ayudar al organismo a recuperar la fuerza y energía necesarias para volver a estar en salud.
La medicina occidental adopta un modelo de acercamiento parcial: reduce la visión sobre la parte dañada y se centra en curar ese daño. El acercamiento del yoga es el contrario: amplifica la zona de la dolencia para poder tener una visión total del organismo y así tratar de entender las causas que provocaron ese daño que se manifiesta en un lugar concreto.
La perspectiva yóguica es mantener o reestablecer un flujo de energía vital (llamado Prana) constante y consistente para que transporte el oxígeno y los nutrientes necesarios a todas las partes del cuerpo y que este pueda mantenerse sano y libre de enfermedades. El Prana se mueve a través de unos canales llamados Nadis que acceden a todas las partes del cuerpo. Podemos pensar en un riego automático que de forma precisa y constante riega las plantas de un jardín , si bloqueamos parcialmente alguno de estos conductos, no llegará la suficiente agua y la planta sufrirá esta falta haciéndose menos fuerte y por tanto mas vulnerable a enfermedades.
Las herramientas principales que emplea el Yoga son posturas (Asanas) coordinadas con la respiración (Pranayama) , el movimiento coordinado con la respiración (Vinyasa) actúa como una “llave de paso” que abre el canal para que pueda llegar a una parte concreta del cuerpo, mantener la postura estática con la respiración adecuada, permite que esa energía se localice y se centre en la parte que lo necesita .Así reestablecemos el equilibrio de los órganos debilitados y de todo el conjunto del cuerpo que alberga esos órganos.
Desde la perspectiva del Yoga terapéutico, usamos modelos de equilibrio que se basan en la acción de fuerzas opuestas. El cuerpo humano se esfuerza constantemente por mantener el estado de equilibrio interno a nivel de temperatura corporal, concentración de nutrientes, niveles de oxígeno / dióxido de carbono, volumen de fluidos corporales, concentración de productos de desecho y presión arterial. Cada uno de esos factores debe permanecer dentro de un cierto rango para que el cuerpo se mantenga saludable. Hay un constante tira y afloja entre las fuerzas opuestas a medida que el cuerpo se adapta y se reajusta al cambiante entorno interno y externo.
Hay varios modelos que describen este equilibrio entre fuerzas opuestas: Brahmana/Langhana o el equilibrio entre el exceso y la falta .La polaridad Ida/Pingala o la función de enfriar-calentar el organismo. El sistema de Chakras como una forma de identificar mentalmente los distintos centros energéticos (Que curiosamente se corresponden de forma muy precisa con el sistema glandular) .El sistema de Vayus o las distintas funciones del Prana correspondientes a las distintas funciones del organismo.
Muchos de estos modelos se han banalizado y simplificado tanto que si miras en Internet encontrarás artículos variados para “equilibrar” tus chakras o redireccionar tu energía vital. Mas allá de la industria en la que parece haberse convertido el Yoga (en una visita a una página de ropa para Yoga, ¡¡encontré unos pantalones que equilibraban la energía sexual!! , todavía sigo preguntándome como lo conseguirán) el uso de estos modelos funciona como una guía muy eficaz para encontrar los procedimientos que nos permiten reestablecer la salud.
La elección del modelo apropiado dependerá del tipo de desequilibrio manifestado. Todos esos modelos son no invasivos y libres de aditivos; tienen en cuenta las particularidades físicas , mentales y emocionales de la persona en cada momento. Se pueden utilizar junto con tratamientos médicos tradicionales y, por lo general, no tienen efectos secundarios. Pero para emplear esos modelos de manera eficaz, necesitamos cambiar la idea de “solucionar un problema” a plantearnos “restaurar el equilibrio” de todo el conjunto.