Cuando practico Yoga, se presenta ante mí un universo de elementos en los que focalizar la mente. Los movimientos que los diferentes segmentos corporales realizan desplazándose en el espacio despiertan sensaciones que expresan vivencias: las zonas que contactan con el suelo y me hacen sentir estable, el fluir de la vida que se manifiesta a través del ritmo respiratorio y del pulso cardíaco… Un artículo de Lula Cañas
Cada gesto, cada postura genera una actitud. Podemos elegir una concreta, un tema, un proyecto para desarrollar que nos acompañe durante la práctica y la potencie. Por ejemplo, un ritmo respiratorio preciso, una forma determinada de relacionar las fases de la respiración que se adecue de forma idónea a las posturas elegidas, especialmente a las más relevantes de la sesión.
Todos estos elementos hacia los que orientamos la atención, se recogen en el Arte de la Secuencia de Âsana. Desde los aspectos más externos (técnicos, corporales, respiratorios) a los más internos (psíquicos, anímicos, experiencias íntimas, cualidades, oraciones, mantras), conforman lo que en el lenguaje del Yoga denominamos BHÂVANA.
Etimológicamente Bhâvana se refiere a la actitud mental, una creación mental que nos sirve como elemento de apoyo para mantener el estado de concentración. Este concepto abarca todos los objetos susceptibles de ser observados mientras practicamos.
Modelan y modulan el entretejido de posturas asociadas, creando un conjunto armonioso. Favorecen la consciencia en la práctica, una experiencia renovadora y enriquecedora aunque se realice la misma sesión.
Tanto para el practicante como para el profesor, la cuestión, a la hora de elaborar o realizar la práctica, es: de toda esta riqueza de posibilidades ¿qué Bhâvana elegir?, ¿qué elemento se puede ajustar mejor a cada tipo de secuencia, a cada practicante o grupo, en un momento concreto?
Sabemos que siempre existe un Bhâvana implícito: la conjunción (Samgati) de los elementos que nos componen y a menudo vivimos disociados: el cuerpo, la respiración, los sentidos y el órgano mental. Este proceso se realiza de una forma gradual, continua (anubhâva) y posibilita alcanzar el estado de unificación.
Cuando elegimos Bhâvanas con habilidad relacionados con un objetivo concreto que queremos explorar o investigar en una práctica, la experiencia de la sesión se matiza y enriquece, y siempre nos acercan al logro del Bhâvana implícito, la experiencia de integración.
Estos objetos de atención sostienen la mente focalizada durante la práctica, aportan el centramiento adecuado para evitar la distracción de los sentidos, generan y mantienen la unidad entre los elementos citados.
Para completar esta reflexión puede resultar interesante relacionar este tema con la vida cotidiana.
La sesión diaria de Yoga es un buen entrenamiento para mantener una actitud idónea para relacionarnos con nosotros mismos y nuestros semejantes.
Durante la realización de la secuencia, se genera y se desarrolla esta actitud; además la práctica nos aporta herramientas que podemos utilizar para permanecer en ella ante la marea de actividades y relaciones en el día a día, incluso cuando el ritmo, en ocasiones, se vuelve estresante, sobre todo en la gran ciudad.
De todo lo expuesto, deducimos la importancia del papel que estos “focos de atención” juegan tanto en la sesión como en nuestra vida, como ejes que impiden la dispersión. Son elementos que ordenan y organizan el camino de autoconocimiento que transitamos durante la práctica. Su utilidad es amplia y puede incluso llegar a ser profunda.
En el texto de los Yoga-Sûtras de Patañjali se define Âsana como la combinación armoniosa de firmeza y bienestar, una actitud determinada y al mismo tiempo abierta. En este mismo grupo de aforismos habla de un tipo de esfuerzo ajustado con el punto de distensión adecuado. Estos aspectos se combinan a su vez con la infinidad de posibilidades a experimentar y el acercamiento a la vivencia meditativa en la práctica de Âsanas. Gracias a los Bhâvanas bien escogidos (en la cantidad e intensidad razonable), podemos obtener estos frutos.
Retomando la sugerencia de Patañjali cuando menciona el concepto Samâpatti (sinónimo de Samâdhi) en el S. 2,47, podemos entregarnos a la práctica de Âsana como a una experiencia de meditación en movimiento, si tenemos esa motivación.
En ese caso, podemos escoger Bhâvanas más internos que favorezcan la conexión con la fuente de paz, amor y verdad que habita en nuestro interior.
Texto escrito por Lula Cañas. Maestra y fundadora de Yoga Amanecer.