Yoga, Anatomía y Otoño

Sistema inmunológico, defensas y Yoga. Cuidar al cuerpo en Otoño. Por Karina Olmedo.

Cuando pienso en el Otoño lo primero que me viene a la cabeza es el color y la caída de las hojas de los árboles. Pero dentro de nuestro cuerpo, como elementos bastante complejos de la naturaleza, también pasan cosas.

Tanto el Ayurveda como la Medicina Tradicional China nos hablan, con sus diferentes nomenclaturas, sobre cómo el Otoño nos puede afectar a nivel orgánico. Para lo cual me gustaría hacer una interpretación a nivel anatómico y fisiológico sobre lo que pasa en el cuerpo estableciendo algunas analogías con estas dos ciencias.

El Ayurveda, explica que los elementos físicos (aire, éter, fuego, tierra y agua) se manifiestan en el cuerpo físico como energías sutiles o doshas (Pitta, Kapha y Vata). En Otoño, es la energía Vata la que predomina, generando desequilibrios mas o menos intensos según el dosha predominante de cada uno de nosotros.

Aunque no profundizaremos en la teoría Ayurvédica, es importante entender que si hay algo que nos interesa es mantener en equilibrio nuestro organismo y sus funciones, lo que conocemos en términos de anatomía como homeóstasis, que no es más que la autorregulación de nuestros sistemas internos a partir de los cambios externos.

Por otro lado, la Medicina Tradicional China, define como elemento asociado al Otoño al metal. Si analizamos las propiedades de este elemento podríamos pensar en su capacidad de moldearse, expandirse o contraerse según la temperatura, pero también en su carácter “seco” y “ventoso” o que es lo mismo que cambiante. Lo que nos invita a reflexionar en el Otoño como estación transitoria.

En esta transición, como es de esperar hay órganos y funciones corporales que suelen verse afectadas con más probabilidad. Por ejemplo, es común que durante el cambio de temperatura, la presencia de vientos y lluvias intermitentes, nuestro sistema inmunológico se vea sobrepasado. Es probable que nuestras defensas tiendan a agotarse y se presenten resfriados o alergias.

Entonces, ¿podría el Yoga ayudarnos a fortalecer nuestro sistema inmunológico?Y si es así, ¿cómo podría hacerlo?.

El Yoga a través de todas sus ramas puede aportar, equilibrio y con ello un balance de todo nuestro organismo, otorgando salud y bienestar a partir de la práctica. Por un lado encontramos, sobre todo en los Niyamas la disciplina al momento de cuidar de nuestra alimentación, de cuidar de nuestros pensamientos, y la limpieza y cuidado de nuestro espacio. Por su parte, la práctica específica de pranayama y asanas partiendo de una intención, consciencia y presencia también nos dirigen inevitable y virtuosamente a alcanzar ese equilibrio u homeóstasis y así evitar los síntomas y la sobrecarga de nuestros sistemas.

Ahora bien, el sistema inmunológico es el responsable de actuar como defensor de nuestro organismo, sin embargo no trabaja de manera independiente. Este sistema está compuesto por moléculas que están contenidas tanto en la sangre como en la linfa, así como por tejidos y órganos como la médula ósea, el timo y los ganglios linfáticos.

El Yoga por tanto, nos sirve como un gran depurador, con el simple hecho de controlar el ritmo de nuestra respiración en cada asana o en cada vinyasa permitiremos una mejor oxigenación de la sangre, aportando más oxígeno a pulmones y demás órganos y favoreciendo así su funcionamiento.

Al mejorar la circulación sanguínea y linfática con el movimiento muscular también ayudamos a que los desechos del intercambio celular, así como de otros procesos se dirijan a la linfa y por tanto a los ganglios linfáticos para ser eliminados a través del sudor, la orina y otras mucosidades.

De forma específica, posturas de extensión permiten tonificar cadenas ganglionares y posturas de flexión ayudan a comprimir y con ello facilitar la expulsión de desechos (lo que conocemos como apana). Con las extensiones y flexiones hacia delante también podemos ayudar a las funciones del timo, ese pequeño órgano que se encuentra debajo del esternón cuya función es generar glóbulos blancos para proteger al cuerpo de infecciones. Las torsiones por su parte pueden ser de gran ayuda para la misma función, ayudando al funcionamiento no sólo del sistema inmunológico si no también de nuestro sistema digestivo.

Si inevitablemente, ya te has contagiado, y tienes síntomas de resfriado, el Yoga puede ser un gran aliado. En primer lugar, procura descansar, hidratarte y alimentarte correctamente, evitando el consumo de lácteos que aumentan la mucosidad o de alimentos crudos o fríos que disminuyan el calor corporal. Meditar utilizando Linga Mudra puede ayudarte a mejorar la respiración y eliminar la mucosidad y la congestión. Cuando te encuentres mejor, es posible que posturas invertidas o semi-invertidas te puedan ser de ayuda para la descongestión nasal, para relajar el diafragma, y algunas flexiones laterales aliviar la tensión que pueda quedar en nuestros músculos intercostales.

Y que con esta información sólo te sientas más seguro de tu práctica, sus beneficios y que sólo tengas que pensar en el color y la caída de las hojas en Otoño.

yoga, anatomía, otoño  Escrito por Karina Olmedo.| Pedagoga, profesora de yoga, terapeuta manual. 
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